La tristeza, como un día de lluvia, hizo que todo su mundo se convirtiera en gris. No quería salir de casa, llevaba unas botas resbaladizas y cualquier mínimo charco hacía que aún fuera más difícil seguir de pie. Daba despacio y con cuidado cada paso, tenía que pisar fuerte pero la excesiva confianza, como la velocidad, le podían hacer caer, y al ir deprisa... duele más.
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