lejos, muy lejos del suelo,
don't let me fall.

martes, 3 de mayo de 2011

MAPAS.

ábrelo despacio, di qué ves, dime qué ves, si hay algo. un manantial breve y fugaz entre las manos. toca final, definiré el trazo. sintonizar, reagrupar pedazos, a mi colección de medallas y de arañazos. ya está aquí, quien logro bailar como lazo en un ventilador, quien iba a decir que sin carbon no hay reyes magos. aún quedan vicios por perfeccionar en los dias raros. los destaparemos en la intimidad con la punta del zapato. ya esta aqui quien logro bailar como lazo en un ventilador, quien iba a decir que sin borron no hay trato. el futuro se vistió con el traje nuevo del emperador. quien iba a decir que sin carbon no hay reyes magos. nos quedan muchos más regalos por abrir, monedas que al girar descubran un perfil que empieza en celofán y acaba en el color.
tal vez lo que te hace grande no sea difícil de ver.

Vamos a dejar 12 canciones metiditas en una cesta en la orilla del río. Un suave empujón y quedarán a merced de la corriente, dejándonos un vacío que gira hasta convertirse en una vorágine dentro de nosotros. El pobre recipiente de mimbre va a ser zarandeado, va a zozobrar, casi a volcar. Va a ser el juguete de los remolinos, va a subir y bajar sobre las ondas mientras escucha, provenientes de la ribera, griteríos y cantos de sirena, dejando atrás casas, intersecciones, islas de ciudad, mirillas y retrovisores.
Puede parecer cruel por nuestra parte, pero es justo lo que teníamos que hacer con la criatura: abandonarla. Dejarla a su suerte porque nosotros ya no le podemos dar más. Que pertenezca a otros, que la juzguen, que la ensanchen, que la muevan de acá para allá. Y que el torrente la convierta en lo que pudo ser y en lo que nunca quiso ser, en lo que nos hace grandes o miserables.
A punto de darnos la vuelta y dejar la orilla, convencidos de haber cambiado con éxito el fuego por palabras, nos daremos cuenta que no le hemos puesto nombre. Mapas, sugiere alguien. Mapas de lo que somos, trazos de nuestras conquistas, fracasos pasados o en presente continuo, colecciones de medallas y arañazos. Mapas que nos ponen delante otro mapa sin leyenda con el que avanzar, construir, o, tan solo, entender el presente.
Justo cuando nos hayamos apartado lo suficiente como para que el rumor del agua esté a punto de desaparecer, desearemos en voz baja que, cuando el retoño llegue al final de su camino de baldosas amarillas, se acuerde de sus progenitores y nos envíe unas postales sin sellar. Para entonces ya estaremos eligiendo qué equipaje dejamos atrás y cuál cargamos en la espalda antes de iniciar el siguiente viaje… esta vez sin mapas.

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